martes, 25 de enero de 2011

Roma..."¿Quo vadis, Domine?

La leyenda cuenta que Pedro el apóstol, huía de la ciudad de Roma, donde eran perseguidos los cristianos. En la vía Apia, se encontró a Jesús que iba en dirección a la ciudad. Extrañado Pedro le preguntó: Quo vadis, Dómine? ( ¿Dónde vas, Señor?...Jesús le respondió..." A padecer por segunda vez, ya que tú no quieres afrontar la prueba de tu fe"..Avergonzado, Pedro volvió sobre sus pasos y fue crucificado junto al Coliseo...


El viajero dedicó una mañana a hacer una de las cosas que másd le gustan: senderismo. pero un senderismo especial, a lo largo de la Vía Apia.Esta era uno de los principales caminos que comunicaban Roma con todo el Imperio. Empecé a andar junto a las catacumbas. Fue extraordinario. Imaginaos una calzada romana, en la que todavía existe la summa costra ( las piedras que la cubrían).

A lo largo de varios kms, a un lado y a otro de la via, los mausoleos romanos...Sólo se podía enterrar a las afueras de la ciudad, a lo largo de las vías....

La tumba de Cecilia Metella,la de Rómulo, el mausoleo de los Curiáceos, el circo de Magencio, el campo del Bove,

estelas funerarias, tumbas, cenotafios, acueductos...todo ello, entre verdes praderas e hileras de  pinos y cipreses...

Caminar por la via Appia Antica, enviciaba como las pipas...un km, y otro, y otro...Al final me alejé tanto que al volver la vista atrás vi que el regreso se me haría fatigoso...

 Menos mal que encontré una parada de autobús que me llevó a las afueras de Roma, donde pude conectar con el metro que me dejó de nuevo en el centro de la ciudad..

viernes, 21 de enero de 2011

Entre lobos

 El viajero había estado contemplando en el museo del Palatino, la estatua más emblemática de la antigua Roma: la Loba Capitolina, aquella que, según la leyenda, amamantó a Rómulo y Remo. La escultura es magnífica.

Al salir del museo, me dirigía a la Columna de la Loba, otra representación de la leyenda, más pequeña...me recordó al Torico de Teruel, por lo mínima, encima de la columna.

Mirándola estaba cuando, me vuelvo y....¡ no podía dar crédito a mis ojos!...un lobo me estaba mirando con ojos...¿golosos?...¿amenazadores?...¿curiosos?...¡ Si, un lobo!. ¡Allí, en el centro de Roma!...Adjunto la prueba gráfica...

¿Explicación?: según el dueño que lo llevaba, era un lobo de los Cárpatos que tenía por mascota...Se ve que en Italia eso es posible. Ante mi admiración, me explicó que lo tenia hacía un año y que cuando fuera más grande, ya no podría llevarlo suelto...¿Entendéis ahora el título de la crónica?

miércoles, 19 de enero de 2011

Roma...caput mundi

¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!...

Estos versos de Quevedo, resonaban en mis oidos cuando, puesto el pié en Roma, empecé mi viaje en el tiempo. Si esperas una crónica de carácter turístico, no sigas leyendo. No he ido a Roma como turista, sino como viajero. Y este término " el viajero", lo copio de Cela en su "Viaje a la Alcarria" y es el que utilizaré en ésta y en las siguientes crónicas romanas.
Turista es el que llega, mira, dice "¡Qué bonito"! y se va a ver otra cosa. El viajero, llega, se sienta, medita y consigue introducirse en la historia del lugar...Y es que he tenido el privilegio de "sentir" el Arte y la Historia, pues cada uno de ellos se manifestaron a lo grande en esta ciudad.
El viajero ha podido contemplar la Roma incendiada desde la Domus Aurea de Nerón... ha escuchado las broncas constantes entre Miguel Angel y Julio II en la Capilla Sixtina...ha podido ver como era asesinado Julio César a las puertas de la Curia...ha recorrido admirado Villa Adriana en Tívoli...pudo contemplar desde lo alto del Castelo de Sant Angelo como las tropas mercenarias de Carlos V, saqueaban Roma...disfrutó de la mirada insinuante de la Fornarina, mientras era  retratada por Rafael...Ha caminado junto a las legiones romanas por la Via Apia...ha asistido a los entierros de mártires cristianos en las catacumbas de San Calixto...se ha emocionado junto a las Fosas Ardeatinas, allí donde los nazis masacraron a casi 300 inocentes...ha disfrutado del privilegio de contemplar en solitario la Pietà y el Moisés de Miguel Angel...ha visto la agonía del Galo Moribundo en el museo del Palatino...ha escuchado el rugido feroz de la muchedumbre en el Coliseo...ha presenciado las arengas de Mussolini a sus camisas negras  desde el Palazzio Venezia...Todo ello ha sido tan extraordinario que, dada mi afición a las crónicas, tendré que ir parcelando  la experiencia, escribiendo de cuando en cuando lo disfrutado, sentido, aprendido y vivido.